Abril de 2006
De la vida y la democracia en cautiverio
Por: Diana Marcela y Juan Sebastián
Publicada en El Espectador, fin de semana 1 y 2 de abril de 2006.
Anoche estuvimos en el lanzamiento del Festival Alternativo de Teatro. Allí vimos una corta obra de teatro en la que se dramatizaba como unos “raptores” trataban a su “detenido”. Quisimos tomar distancia y no relacionar esos tratos con los que pueda estar recibiendo nuestro padre. A ustedes, que lo tienen retenido, les contamos que cada día que pasa el corazón nos juega malas pasadas, que lo añoramos, que recordamos anécdotas, su amor, y que somos más concientes de lo buen padre que es Jaime, pero sobre todo de su condición humana.
El es un hombre solidario, un humanista, un maestro, un amigo. El ejercicio de pensar el país, de formarse y formar a sus hijos y a sus alumnos lo hizo siempre con la herramienta más hermosa de todas: con las palabras y siempre con un compromiso visceral por la democracia, la justicia y la paz en el país. Así aprendimos de papá, al igual que de muchos otros ciudadanos y ciudadanas, que las peleas y las diferencias se asumen desde las palabras y desde la inteligencia del discurso no desde los actos violentos, no desde la degradación, ni desde el miedo y la zozobra que ahora sentimos todos los que le amamos y que simplemente no nos deja vivir tranquilos.
Porque estos episodios trastornan la existencia, destruyen y destierran proyectos de vida, desilusionan y hieren. Es por eso que aunque esto ya este pasando, no queremos sufrir más de la incertidumbre que genera no saber cómo y en dónde está Jaime. Seguramente ustedes tienen padres, hijos, hermanos. ¿Se han puesto en nuestros zapatos? Queremos a nuestro padre YA, lo queremos vivo, sin heridas ni secuelas, queremos su risa retumbando en el centro de la ciudad, de donde nunca debió haberse ido. ¡Queremos ponerle fin a esta angustia!
Estamos convencidos que estos episodios no le sirven al país que buscamos construir, así no podemos edificar una Colombia viable sí quienes son oposición, alternativa y critica no tienen garantías, no cuentan con seguridad para el ejercicio de la participación en un país que la necesita tanto.
Nos preocupa y nos entristece que ustedes tengan la posibilidad de ganar, de que la indolencia y el olvido sean los enterradores de nuestro Papá, del tío, del hijo, del profe Jaime, conocedor como pocos de la historia de su país y trabajador incansable de la Bogotá que nunca ha querido dejar. Tenemos miedo de que nuestra voz de inconformidad se ahogue en la idea de que este hecho carece de carácter político, pero también sabemos que muchos colombianos que ahora conocen a Jaime, comprenden y defienden la necesidad de la oposición como requisito de una democracia sana, como la queremos todos y todas.
Ayer pensábamos: “por lo menos en el teatro, lo alternativo sigue vivo”. Señores captores, ustedes que también son ciudadanos colombianos, padres hijos y amigos, respeten la vida, la integridad y la libertad de nuestro padre. Mostrémosle al país que Colombia puede tener un mejor futuro próximo, respetuoso del pensamiento libre y de la democracia incluyente y participativa.
Publicada en El Espectador, fin de semana 1 y 2 de abril de 2006.
Anoche estuvimos en el lanzamiento del Festival Alternativo de Teatro. Allí vimos una corta obra de teatro en la que se dramatizaba como unos “raptores” trataban a su “detenido”. Quisimos tomar distancia y no relacionar esos tratos con los que pueda estar recibiendo nuestro padre. A ustedes, que lo tienen retenido, les contamos que cada día que pasa el corazón nos juega malas pasadas, que lo añoramos, que recordamos anécdotas, su amor, y que somos más concientes de lo buen padre que es Jaime, pero sobre todo de su condición humana.
El es un hombre solidario, un humanista, un maestro, un amigo. El ejercicio de pensar el país, de formarse y formar a sus hijos y a sus alumnos lo hizo siempre con la herramienta más hermosa de todas: con las palabras y siempre con un compromiso visceral por la democracia, la justicia y la paz en el país. Así aprendimos de papá, al igual que de muchos otros ciudadanos y ciudadanas, que las peleas y las diferencias se asumen desde las palabras y desde la inteligencia del discurso no desde los actos violentos, no desde la degradación, ni desde el miedo y la zozobra que ahora sentimos todos los que le amamos y que simplemente no nos deja vivir tranquilos.
Porque estos episodios trastornan la existencia, destruyen y destierran proyectos de vida, desilusionan y hieren. Es por eso que aunque esto ya este pasando, no queremos sufrir más de la incertidumbre que genera no saber cómo y en dónde está Jaime. Seguramente ustedes tienen padres, hijos, hermanos. ¿Se han puesto en nuestros zapatos? Queremos a nuestro padre YA, lo queremos vivo, sin heridas ni secuelas, queremos su risa retumbando en el centro de la ciudad, de donde nunca debió haberse ido. ¡Queremos ponerle fin a esta angustia!
Estamos convencidos que estos episodios no le sirven al país que buscamos construir, así no podemos edificar una Colombia viable sí quienes son oposición, alternativa y critica no tienen garantías, no cuentan con seguridad para el ejercicio de la participación en un país que la necesita tanto.
Nos preocupa y nos entristece que ustedes tengan la posibilidad de ganar, de que la indolencia y el olvido sean los enterradores de nuestro Papá, del tío, del hijo, del profe Jaime, conocedor como pocos de la historia de su país y trabajador incansable de la Bogotá que nunca ha querido dejar. Tenemos miedo de que nuestra voz de inconformidad se ahogue en la idea de que este hecho carece de carácter político, pero también sabemos que muchos colombianos que ahora conocen a Jaime, comprenden y defienden la necesidad de la oposición como requisito de una democracia sana, como la queremos todos y todas.
Ayer pensábamos: “por lo menos en el teatro, lo alternativo sigue vivo”. Señores captores, ustedes que también son ciudadanos colombianos, padres hijos y amigos, respeten la vida, la integridad y la libertad de nuestro padre. Mostrémosle al país que Colombia puede tener un mejor futuro próximo, respetuoso del pensamiento libre y de la democracia incluyente y participativa.