PADRE, SERÍAN 56
A Jaime Gómez en su natalicio (20 de octubre de 1950 – abril de 2006)
Yo no tuve un padre perfecto, es cierto. Bueno, ustedes dirán que nadie lo ha tenido, y sí, tienen razón. Es más preciso decir que no tuve un padre convencional. Mi padre no fue de esos padres sobre protectores que veías todos los días, que regañaba, que se desbordaba en regalos o cariños con su hija por ser mujer. Nuestra relación tampoco fue convencional porque no viví al mismo tiempo con él y mi madre en ningún momento de mi vida, porque no conserve frente a él ese miedo y esa veneración que se construye en relaciones entre padres e hijos, porque él se resistía a ser un padre común y yo una hija normal. Él era mi padre, yo lo admiraba, pero sabía que no era perfecto y criticaba algunas de las cosas que hacía y decía. Muchas veces discutimos por puntos de vista divergentes pero siempre nos la arreglábamos con las palabras.
También fuimos cómplices, amigos, de esos que se cuentan cosas trascendentales buscando una comprensión incondicional, pero que encontraban en uno y otro una mirada crítica y de amor que buscaba aportar. Por supuesto, algunas veces extrañe la figura de padre que me vendían el resto de padres de mi familia, del colegio, de la sociedad, pero anduve contenta con el que tenía y ahora que no lo tengo porque se lo han llevado, pienso: mi padre, el de esa generación “revolucionaria”, fue un buen padre.
Se peleó por una sociedad nueva, se la jugó por nuevas relaciones de pareja, de familia, de amistad. Él, sus amigos y sus contemporáneos crearon conciencia crítica en sus Hijos e Hijas, ensayaron nuevos estilos de vida, de trabajo, de amor, de política. Soñaron, eso sobre todo hicieron, soñar. Imaginaron mundos posibles casi imposibles: sin injusticias, sin desigualdades, sin hambre, sin mentiras. Amaron, lo hicieron abiertamente. Tuvieron miedo, por supuesto. No pudieron romper con todas las ataduras de esta sociedad, se quedaron cortos en varias, pero caminaron. Jugaron a inventar, a comprender, a re-pensar. Se enfrentaron. A muchos el juego les costo la vida.
Sí, mi padre no fue perfecto, fue hijo de su generación, de las necesidades y pensamientos de una época. Pero fue mi padre, un buen padre. Es a él, a Jaime, a quien hoy le rindo homenaje. A quien hoy queremos recordar, nombrar, invocar. Re-inventar. Como muchos ha hecho historia, ha aportado a este país, a sus luchas, a sus proyecciones. Él es uno más de esos que han sido silenciados de manera brutal y a quienes se pretende desaparecer de la historia junto con sus aportes. Por eso desde mil lenguajes queremos que siga vivo a través de la recreación de una memoria que lo cuenta, que recuerda los hechos de su asesinato, duros pero que no pueden desaparecer de una memoria colectiva esencial a la hora de pensar una sociedad futura.
Padre, te extraño, cada día más, cada día me duele más tu asesinato. Hoy hubiera querido poderte llamar para tomarte del pelo por lo viejo que te estabas volviendo. Por las canas, esas pocas que asomaban en tu cabellera. Por el pelo largo que daba cuenta de un deseo de volver atrás, por esos achaques de cincuenton que a veces te atormentaban. Estaríamos pensando a dónde invitarte este domingo y yo devanándome los sesos buscando que regalarte. Hoy estamos aquí por ti, porque te queremos y extrañamos. Aquí están tus hermanas y hermanos, tu madre, Lelys, tu familia, tus amigos, tus compas. Aquí estoy y seguiré estando, yo, tu hija, y Sebastián, tu hijo. Seguiremos reivindicando tu memoria y buscando que tu muerte no quede en la impunidad.
Diana Marcela Gómez Correal
A Jaime Gómez en su natalicio (20 de octubre de 1950 – abril de 2006)
Yo no tuve un padre perfecto, es cierto. Bueno, ustedes dirán que nadie lo ha tenido, y sí, tienen razón. Es más preciso decir que no tuve un padre convencional. Mi padre no fue de esos padres sobre protectores que veías todos los días, que regañaba, que se desbordaba en regalos o cariños con su hija por ser mujer. Nuestra relación tampoco fue convencional porque no viví al mismo tiempo con él y mi madre en ningún momento de mi vida, porque no conserve frente a él ese miedo y esa veneración que se construye en relaciones entre padres e hijos, porque él se resistía a ser un padre común y yo una hija normal. Él era mi padre, yo lo admiraba, pero sabía que no era perfecto y criticaba algunas de las cosas que hacía y decía. Muchas veces discutimos por puntos de vista divergentes pero siempre nos la arreglábamos con las palabras.
También fuimos cómplices, amigos, de esos que se cuentan cosas trascendentales buscando una comprensión incondicional, pero que encontraban en uno y otro una mirada crítica y de amor que buscaba aportar. Por supuesto, algunas veces extrañe la figura de padre que me vendían el resto de padres de mi familia, del colegio, de la sociedad, pero anduve contenta con el que tenía y ahora que no lo tengo porque se lo han llevado, pienso: mi padre, el de esa generación “revolucionaria”, fue un buen padre.
Se peleó por una sociedad nueva, se la jugó por nuevas relaciones de pareja, de familia, de amistad. Él, sus amigos y sus contemporáneos crearon conciencia crítica en sus Hijos e Hijas, ensayaron nuevos estilos de vida, de trabajo, de amor, de política. Soñaron, eso sobre todo hicieron, soñar. Imaginaron mundos posibles casi imposibles: sin injusticias, sin desigualdades, sin hambre, sin mentiras. Amaron, lo hicieron abiertamente. Tuvieron miedo, por supuesto. No pudieron romper con todas las ataduras de esta sociedad, se quedaron cortos en varias, pero caminaron. Jugaron a inventar, a comprender, a re-pensar. Se enfrentaron. A muchos el juego les costo la vida.
Sí, mi padre no fue perfecto, fue hijo de su generación, de las necesidades y pensamientos de una época. Pero fue mi padre, un buen padre. Es a él, a Jaime, a quien hoy le rindo homenaje. A quien hoy queremos recordar, nombrar, invocar. Re-inventar. Como muchos ha hecho historia, ha aportado a este país, a sus luchas, a sus proyecciones. Él es uno más de esos que han sido silenciados de manera brutal y a quienes se pretende desaparecer de la historia junto con sus aportes. Por eso desde mil lenguajes queremos que siga vivo a través de la recreación de una memoria que lo cuenta, que recuerda los hechos de su asesinato, duros pero que no pueden desaparecer de una memoria colectiva esencial a la hora de pensar una sociedad futura.
Padre, te extraño, cada día más, cada día me duele más tu asesinato. Hoy hubiera querido poderte llamar para tomarte del pelo por lo viejo que te estabas volviendo. Por las canas, esas pocas que asomaban en tu cabellera. Por el pelo largo que daba cuenta de un deseo de volver atrás, por esos achaques de cincuenton que a veces te atormentaban. Estaríamos pensando a dónde invitarte este domingo y yo devanándome los sesos buscando que regalarte. Hoy estamos aquí por ti, porque te queremos y extrañamos. Aquí están tus hermanas y hermanos, tu madre, Lelys, tu familia, tus amigos, tus compas. Aquí estoy y seguiré estando, yo, tu hija, y Sebastián, tu hijo. Seguiremos reivindicando tu memoria y buscando que tu muerte no quede en la impunidad.
Diana Marcela Gómez Correal
4 comentarios:
Querida Diana... lo que escribes es la dura realidad de este pais, que duele! no por su tragica historia, sino por la apatia de sus ciudadanos, pero tu lo escribes de manera diferente... no estas sola.
Hey hermana, de nuevo toda la solidaridad, amor y el profundo respeto por tu firme manera de ser que nos marca el camino a muchos hijas/os.
hola, una hermosa exprecion, sentimientos encontrados, dolor, en fin eso todo que solo aquellos que hemos vivido la desaparicion forzada de un ser querido, podemos sentir con tigo. lo mas importante es no dejar morir la memoria, solo ella, los y nos mantendra vivos en la historia.
Gladys Avila, hermana de Eduardo Avila Detenido-Desaparecido el 20 de abril de 1993.
gladars@hotmail.com.
New York
Marzo/16/07
Que bonito escrito Diana Marcela!
Deseamos expresarte nuestro apoyo incondicional a este tu dolor interno que desafortunadamente aqueja a muchos de nuestros compatriotas y a muchas otras naciones del mundo que han sufrido de las mismas injusticias. Contamos con un pais que en su gran mayoria esta compuesto por familias como la nuestra, gente buena, de nobles sentimientos y bien trabajadora. No podemos dejarnos acallar por un minimo grupo de individuos que hacen de las suyas a costa de los mas debiles."Este espacio en construccion" con tu liderazgo altruista desenbocara en el subconsciente colectivo de nuestra gran nacion, despertando sentimientos de solidaridad, justicia y equidad, principios que edificaran en una gran base solida la patria que todos añoramos.
Te queremos
Jorge, Lisette y Zaida Maria
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